sábado, 30 de noviembre de 2013

Residencia en el mar




Ha abierto una bahía

el mar en mi boca

qué flojera!

Cuánta agua en mi garganta

de corola

Qué sacudida en mis estambres!




Me mengua esta pleamar

y las entrañas se inundan

me arbola el no saber

si arriar los pulmones

o si bogar con el corazón a dentelladas




Temo la incertidumbre de las corrientes

me duelen los dóciles embates de la lluvia

Uncido bajo la mortaja

azul de las olas me desplomo

como un pez a flote

con la mirada a la deriva



Quebradas las falanges del timón

palpo a ciegas las luces del muelle

que como un vahído me enlutan

Naufrago de morros en la orilla

como la pena del borracho en la botella

Ay pero qué dura es

desamarrándonos la resaca!




Qué vaivén tan grave

tan profundo

el de los bordones de las algas

Cómo hiela la nostálgica canícula!



la sal pudre la eslora

y abre heridas

Todo este azul desvirga la tristeza

en mi alma



Murmuran aullidos

las aguas que rompen en mi costado

quiero en tu vientre de pañuelo

plañir mis cenizas blancas




Cómo añoro

firmes

tus ojos de arena

Verdes

tus labios leteo

el brotar en tu espalda

racimos de espino

tu sonrisa de brea ...



Estarás ya allí

tras las pinceladas de la bruma?

Volverá a templarnos la brisa?



Autor: Miguel Hernández Pindado.

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