martes, 25 de junio de 2013

Preludio a la siesta de un alma


















El Sol naufragó
en sus senos,
sus labios de limo
se besan en simbiosis
con las resacas.
Navego como el plomo
por sus ojos acantilados,
escarban los niños
sus piernas de arena
preguntándose si habrá
un fin, descubren
su vientre de caracola.

Varado,
todo su cuerpo es midriasis,
noche y día es midriasis.
Espera que el estro de las mareas
se haga a la mar
y traiga al ermitaño
que al carenarla
ausculte en la espiral
los orgasmos de las olas.



Autor: Miguel Hernández Pindado

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