domingo, 21 de abril de 2013

Uno, siete, ocho, nueve ...

























Harto un día decide dar el salto.
Con red, sin red ... realmente no importa.
Apoya el pie izquierdo
sin prestar demasiado cuidado.
Abre la ventana, pega un portazo.
Se apresura a llegar al baño,
cierra el pestillo y canda el tranco.
Primero la cara,
los ojos,
las legañas.
La boca,
se enjuaga y escupe.
Abre el armario,
la cuchilla,
la barba.
Una pequeña hemorragia
recorre el patíbulo de su barbilla,
se arranca las pieles muertas
con la precisión de un taxidermista.
Deshila músculos,
trepana el cráneo,
forma la barricada.
Corta la calle.
Abre caminos.


Autor: Miguel Hernández Pindado

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