miércoles, 26 de marzo de 2014

Cuatro Postes



 Ahora te despides con dos besos,
uno por mejilla y sin remite.
Dime, cielo,
¿qué barruntas,
que parece que no escampas?
Sabes que la piel es
de carne y hueso
y los recuerdos no son más que obituarios.

En el humilladero de mis ojos
echas la vista atrás
y sacudes las sandalias.
No sé si podré limpiar
tanto polvo con mis lágrimas.

Cada quince de octubre
se repiten adioses enclaves de un no te marches
y otros que disparan con alevosía.
Adioses que son en los labios portazo
pero dejan el corazón entreabierto;
y hasta mañanas con insomnio
que rondan toda la noche en tu cabeza.

Hay adioses incrédulos
que rezan para que vuelvas
y hasta prontos tan cercanos
que llegan demasiado tarde.

Hoy como cada quince de octubre
se avivan en mi cabeza
las hogueras de junio.


M.H.Pindado

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