sábado, 19 de abril de 2014

El Gambito



La fe ha dejado de creer,
los indigentes no hacen más que recibir
mucho desdén en las limosnas,
y los hiatos forman diptongos
con el fin de separar su otra mitad.
Compra el recuerdo
souvenirs para el olvido
y los mercaderes nos venden carencias
a granel.

A veces le da por pensar al instinto,
tumbado la siesta en su sofá,
qué nos hizo tan salvajemente domésticos
y quién nos tendió la encerrona
de dejarnos salir.

Si un día nos miramos en espejos opacos,
y lo perenne empieza a caducar...
no nos quedará más remedio,
si queremos dar jaque,
que sacrificar al rey.

Así como quien vela las horas muertas,
como un payaso que se consuela
con la risa que provoca su llanto,
como las paradojas
que insisten en encontrar significado,
puse una coma a este punto y final.


                        Miguel Hernández Pindado

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