Atusa su bigote
silba y se divierte
el altanero monigote.
Tras él mil por mil ratas.
Al reventar las puertas,
puertas que han sido forzadas
de aquello que algunos
llaman algo así como cloacas,
alzan alegres sus patas,
entusiastas corretean
por las anegadas aceras
que rezuman hedores.
Pero ojalá solo fuesen las ratas,
ojalá tan solo ellas pestilentes,
llenasen de ideas nuestros cuerpos,
invadiesen de bubones nuestras mentes.
Si tan solo ellas fuesen,
si tan solo ellas fueran.
Si nadie a las ratas siguiese
si las moscas no existieran...
Malditas moscas inmundas
que se apelotonan en el aire
y lo infectan.Y nos infectamos al
respirar
lo que relamen entre sus dedos, su
alimento.
Comen, comen, nunca de comer cesan
frotándose las manos con esos
excrementos,
Esos restos orgánicos, propaganda de
derechas
que por la boca las ratas chirrían,
dejándolas satisfechas.
Atusa su bigote
silba y se divierte
el altanero monigote.
Tras él mil por mil animalejos
montan andamios en la superficie.
Ratas, moscas y esperpentos
quieren en su cueva encerrarnos
se sienten
poderosos,alegres,contentos...
Y en este chancro,
en esta supurada herida
que algunos llaman sociedad
arañan,hurgan, profundizan.
Mientras, nosotros sufrimos.
Somos la carne, somos las víctimas.
Rasquémonos todos, que somos la herida
y haremos que sangre y ahogue, a los
homicidas.
Autor: Miguel Hernández Pindado.